¡A servir el vino🤵🏻‍♀️!

El arte de servir el vino

El vino es, ante todo, un acto social. Compartirlo en torno a una mesa es un gesto de hospitalidad, una forma de estrechar lazos y de crear momentos memorables. Sin embargo, para que la experiencia sea realmente placentera, conviene prestar atención a algunos detalles: la elección del vino, el orden de servicio, la cantidad adecuada y, sobre todo, la temperatura.

¿Cuánto vino servir?

Una botella estándar de 75 cl alcanza para unas seis a ocho copas, siempre llenando solo un tercio de la copa, como recomiendan los buenos modales. En una comida ligera puede bastar con una copa por persona, mientras que en una cena larga no es raro que cada invitado disfrute cinco o seis. La clave está en ser generoso, pero nunca insistente, y acompañar siempre el vino con abundante agua.

Cuando el número de comensales exige más de una botella por plato, puede ser interesante proponer variaciones: distintas añadas de un mismo vino, o la misma uva en versiones de diferentes regiones. Para evitar confusiones, es importante usar copas diferenciadas o marcadas.

La temperatura, el gran secreto

Nada afecta tanto al disfrute de un vino como su temperatura de servicio. Nuestro olfato, que constituye la base del gusto, solo percibe los aromas cuando estos se evaporan, y eso depende directamente de la temperatura.

  • Tintos ligeros y aromáticos (como un Beaujolais o un Pinot Noir de clima frío) pueden servirse casi como un blanco, incluso frescos.
  • Tintos con cuerpo (como un Brunello o un Shiraz) necesitan más calor para expresar toda su complejidad.
  • Tintos jóvenes y tánicos se suavizan si se sirven un poco más calientes.
  • Blancos dulces o envejecidos se benefician del frío, ya que realza su frescura.
  • Espumosos se sirven aún más fríos para conservar las burbujas vivas.

El error más común es servir un vino demasiado caliente, ya que el alcohol se evapora y domina el aroma. Por el contrario, si está muy frío, basta con dejarlo que tome temperatura o sujetar la copa entre las manos.

Métodos prácticos

Los vinos blancos son fáciles de enfriar en la nevera o en una cubeta con agua y hielo (nunca solo con hielo). Los tintos requieren más paciencia: subir de 10 ºC a 18 ºC puede tomar varias horas a temperatura ambiente. Un truco rápido es decantar el vino y sumergir el decantador en agua templada, o, en casos extremos, recurrir al microondas… siempre con mucha precaución.

Servir el vino es un arte que combina técnica y hospitalidad. No se trata solo de abrir una botella, sino de cuidar cada detalle para que la experiencia de compartir una copa sea tan memorable como el propio vino.

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